jueves, 2 de febrero de 2012

Mensajes contra el hambre

Paseo por las calles de Madrid seducido por sus edificios, por sus luces y por su gente, la gente que abarrota el metro, la que transita apresurada de casa al trabajo y viceversa, gente que pasa ante mi sólo unos segundos y desaparece. Pero hay otra gente, la gente inmovil, los que se sientan en las esquinas con la mano extendida, los que piden una limosna frente a las iglesias o en las puertas de los supermercados, que también son lugares de culto.
Paso ante los que no tienen un techo, ante los mendigos que en estos tiempos crueles son cada vez más y presto atención a sus reclamos de limosna, a los cartones manuscritos en los que solicitan una ayuda y me traiciona mi profesión. Una suerte de deformación profesional me lleva a pensar que se pueden mejorar, que una frase más ingeniosa o una mejor caligrafía los haría más eficaces, que atraerían mayores ayudas, y muchas veces he pensado en hacerlo, en intervenir.
Pienso eso a menudo pero inmediatamente aparto la idea de mi cabeza porque la considero ofensiva, porque creo que es una frivolidad indignante, que les ofendería, que es mejor ofrecerles la limosna que solicitan y no empeñarme en arreglar todo lo que esté escrito como siempre hacemos los diseñadores.
Pero sucede que un diario gratuito de los que pasan de mano en mano en el metro me trae una noticia en la que se cuenta que alguien ha tenido la misma idea y la ha puesto en práctica. Leo como un grupo de jóvenes no se ha quedado en una mera idea y ayuda a los que lo necesitan sustituyendo sus peticiones de ayuda por letreros también manuscritos en los que una frase ingeniosa, divertida, atrae la atención de los viandantes y con ella una muy necesaria limosna.
Siento haber sido tan cobarde o tan indeciso pero me reconforta ver que es posible, que alguien lo ha hecho y que funciona.

1 comentario:

  1. Rose, no te angusties con tu reacción, creo que yo hubiera hecho lo mismo. Tal vez se trate de un aspecto generacional pero desde luego no creo que sea ni cobardía ni indecisión. Buen artículo.

    ResponderEliminar